Salimos tempranito, pero sin pasarse, de la Bahía. Paramos para comer en Plasencia, tras lo cual un guía local nos llevó a una amena visita por la ciudad durante la que pudimos ver la catedral de Santa María y la iglesia de San Martín entre otros monumentos.
El lunes lo dedicamos a conocer Palencia capital: la Catedral, la Plaza Mayor, el Ayuntamiento, la Calle Mayor, el Palacio de la Diputación, la iglesia de San Lázaro… Y por la tarde la subida al Cristo del Otero.
Al día siguiente nos desplazamos a Frómista, donde visitamos la iglesia de San Martín y el monasterio de San Zoilo. Después fuimos a la Villa romana de La Olmeda, una visita fantástica. El lugar está perfectamente acondicionado y la explicación que nos dieron fue muy interesante. También estuvimos en Carrión de los Condes, Villalcázar de Sirga y Población de Campos.
El miércoles nos trasladamos a Aguilar de Campoo, donde pudimos contemplar la Colegiata de San Miguel y el Monasterio de Santa María la Real. También fuimos a Matamorisca (Iglesia de San Juan Bautista) y a Olleros de Pisuerga (Eremitorio Rupestre de los Santos Justo y Pastor).
El jueves tocó visitar la iglesia de San Juan de Baños (en Baños de Cerrato), la iglesia de Santa María de la Asunción y el monasterio de San Isidro en Dueñas, el castillo de Ampudia, y la iglesia de San Fructuoso en Valoria del Alcor.
El viernes tuvimos el desplazamiento más largo, hasta la Montaña Palentina, donde pudimos admirar la Colegiata de San Salvador de Cantamuda.
Después Nos dirigimos a Barruelo de Santullán, donde visitamos una mina de carbón. Aun sabiendo que es una reconstrucción, eso de meterte en las entrañas de la tierra y sentir el vértigo (casi literalmente) de las galerías y los pozos es una sensación difícil de describir. Se originó un cierto clima de solidaridad en la distancia y en el tiempo con los mineros, aunque nunca podamos llegar a comprender exactamente cómo eran sus condiciones de trabajo (y de vida) desde nuestro acomodado siglo XXI. La visita del Museo Minero terminó de dar una completa visión de la minería del carbón en la Montaña Palentina.
Ya por la tarde fuimos a Herrera de Pisuerga donde disfrutamos de un bonito e interesante paseo en barco por el Canal de Castilla, que fue otra de esas actividades que contribuyeron a resaltar la maravilla del románico por contraste con la maravilla de la naturaleza y la tecnología del siglo XVIII. Volvimos a tener mucha suerte con los guías locales que nos explicaron la historia y el funcionamiento de esta gran obra de ingeniería. Como tuvimos que dividirnos en dos grupos debido al aforo del barco, mientras un grupo estaba “embarcado” el otro realizó una visita “fuera de programa” (Dolores es un cañón) al Parque de las Aves, donde pudimos ver una gran variedad de aves exóticas como pavos reales, gallinas de Guinea, etc.
Nuestra guía local, Dolores, ha demostrado ser una gran profesional, con extensos y profundos conocimientos de los lugares que hemos visitado, y con una gran capacidad para realizar los cambios oportunos para hacer más fácil y agradable nuestro viaje.
Por cierto, si os dicen que en Castilla se come muy bien, podéis responder que unos cincuenta socios de Agajudo lo hemos comprobado.
De camino a Cádiz almorzamos en Mérida, pero antes de eso nuestro guía acompañante, Chema, nos regaló un corto paseo por la ciudad durante el que pudimos ver algunos monumentos de la capital extremeña. Después continuamos viaje hacia la Bahía.
Nuestro guía acompañante, Chema, ha realizado una gran labor “desde detrás del escenario”, solucionando todos los inconvenientes que se han ido presentado.
Nuestro conductor, Juanfran, ha sabido llevarnos con seguridad y puntualidad a todos nuestros destinos, haciendo gala de una gran pericia y habilidad en el manejo del volante.
En general, puede decirse que ha sido un viaje cargado de arte y cultura, con un ambiente excepcional entre todos los compañeros y compañeras que hemos tenido la suerte de compartir esta experiencia. Un viaje muy completo, pero nada apretado.